CRÍTICO DE ARTE JESÚS MAZARIEGOS

jueves, 3 de noviembre de 2011

Luis Moro. PINTAR LAS SOMBRAS

Luis Moro PINTAR LAS SOMBRAS La Casa del Siglo XV. Segovia Mayo, 2007
El pintor Luis Moro siem¬pre le han ido mucho los títeres, el teatro, las cabalgatas -más las paganas que las otras-, las máscaras las tra¬moyas y todo lo referente a los efectos sorprendentes y esceno¬gráficos. Estoy por pensar que su estancia en Roma desarrolló en él esta atracción por las esce¬nografías, pues, ya sea en la Pla¬za de San Pedro, en la Navonna o en la del Poppolo, lo esceno¬gráfico le envuelve a uno por completo. Todos sabemos que Luis Moro es, lo que se dice, un pintor 'ani¬malier', es decir, un pintor de ani¬males. Empezó con grandes ver¬tebrados, fue reduciendo la esca¬la de mamíferos y peces, y acogió a moluscos, insectos y otros invertebrados. Uno de sus ani¬males favoritos, por cierto en vías de extinción, es el caballito. de mar, que dicho así resulta un poco ridículo, pero si uno dice el hipocampo ya es otra cosa. Pues bien, Moro ha especula¬do hasta el límite con este raro animal, y nunca mejor dicho lo de especulado porque una calle de la ciudad (Muerte y Vida) ha prestado el modelo para un esgrafiado en el que el legenda¬rio animal se duplica como refle¬jado en el agua o en un espejo. La continua profundización en la anatomía del caballito, le ha llevado a representado en una escultura mural mediante piezas independientes que ya presentó en la madrileña gale¬ría Dolores de Sierra. La nece¬sidad de colocar con exactitud las distintas piezas que compo¬nen el animal, le ha obligado a la elaboración de plantillas en las que las formas se definían en los huecos, en la ausencia de material. De ahí a crear un cilindro con la plantilla y proyectar desde dentro una luz que salga por los orificios hasta chocar con los muros de una habitación oscu¬ra, sólo hay que dejar que fun¬cione la vena escenográfica. Y es entonces cuando entra en escena el pintor, que ya no pin¬ta hipocampos ni tampoco par¬tes del mismo, sino la marca de la luz sobre la oscuridad. De modo que estaría por ver si Luis Moro se ha convertido en el pin¬tor de la luz o en el de las tinie¬blas, bueno, dejémoslo en 'som¬bras'. Hay aquí, sin duda, una herencia del tenebrismo cara¬vagista y del cromatismo rem¬brandtiano, un recuerdo de Ribalta y de Ribera y un home¬naje al barroco español. No hay nada concreto que así lo indique pero me parece evidente. Una exposición original y dis. tinta, que no sabemos si abre una nueva etapa en la trayecto. ria del pintor. Más me inclino a creer que abre y cierra un parén¬tesis.

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